jueves, 6 de septiembre de 2012

Todos somos raros


   Es multifacética, excéntria y rara.

Metete en su mundo, metela en tu mundo, comprale una obra de arte. Andá a verla.

Una talentosa de varios rubros, AHORA:


SI ALGUNA VEZ TE SENTISTE DISTINTO DATE CUENTA QUE NO ESTAS SOLO PORQUE... 

TODOS SOMOS RAROS
NATY MENSTRUAL:DIBUJOS Y PINTURAS Y + MUCHO + 

En MU - Hipolito Yrigoyen1440 - CABA

7 DE SEPTIEMBRE 19: 30 HS





viernes, 17 de agosto de 2012

SiempreLibre: La importancia de revolear la toallita


En un mundo que exige y premia tanto el equilibrio emocional como la diplomacia para desenvolverse con soltura y delicadeza en los círculos sociales de las más variadas gamas e intereses, claramente el desborde no está permitido.

Cuando una persona quiere gritar su sangre menstrual plena de pigmentos hemoglobinicos saturados por eritrocitos de los más variados caracteres y funcionalidades a los cuatro vientos, es cen su ra da. Algo que quiere estallar, salir, pujar y manchar, para disolverse luego en las canaletas del tiempo y de la historia, es ob tu ra do. Con te ni do. Ta po na do. ¿Cómo? habrán de preguntarme. La respuesta es sencilla: por la toallita femenina. Esa cosa blanca y pulcra, muchas veces perfumada, con canaletas y aloe vera, con zona de contención máxima y borde finito, con fama de pureza inmaculada y a ostia inimputable. La toallita femenina, esa misma, que quiere decir paño horrible para nuestras abuelas, y cosa vergonzosa que se lava y tiende a escondidas porque es la bandera de lo indigno.

La toallita femenina, CONTIENE y pone un COTO a las expresiones de deseo y/o rebeldía atragantadas en la hormona femenina contemporánea. Esa misma hormona que anda a pata suelta desenterrando las represiones del cerebro y que es un germen destructivo y malsano para nuestra sociedad, como un cáncer liberador de las emociones. La misma que quiere lanzar como escupitajo rojo en el medio de una reunión de académicos: ¡Manga de intelectuales me aburro como un hongo! O en el medio de una misa: ¡Manga de hipócritas y ladrones que la tragan en el confesionario! O en el medio de un acto político: ¡Tanta lengua suelta pero mano cerrada! O en un encuentro de ex compañeros: ¡Tanta pose sexy y ni media neurona sinapseando! O en el medio de un Congreso: ¡Tanta convicción y tan poco corazón! O en una reunión de contadores: ¡Muestren la hilacha mugrienta obsesivos del orden! O frente a unos obreros de la construcción: ¡Tanta canchereada pajera para tan fieros y falderos! Y así al infinito.

Como es una lástima que esta voz de leucocito guerrero sea acallada e ignorada -haciendo la sociedad entera como que no pasa nada cuando la entrepierna es el mar rojo del éxodo judío queriendo liberarse de la esclavitud egipcia- . Y como hay poco micrófono en esta sociedad para la corriente menstrual y demasiado para la insulsa y monotemática corriente seminal, haremos una propuesta política novedosa y auténtica para las damas de hoy.

Liberemos de una vez por todas la emocionalidad que suelta la lengua y afila la guadaña. Que corra sangre menstrual para que la sumisión no sea un comportamiento paleativo al desborde inminente. No incorporemos como algo natural la absurda y reprimida pretensión de limpieza y pulcritud de MisterMúsculo, Lysoform y SiempreLibre.

Que vuelva la marea roja a volcarse en la Tierra para que no haya más mujeres sangrando por la herida.

¡A revolear la toallita!

Y que las hormonas barran el suelo con el pelo suelto a la manera de Gloria Trevi en sus épocas de oro.

Paquete de SiempreLibre: 5.70$.






Revolear la toallita, no tiene precio.

lunes, 13 de agosto de 2012

Pelando la cebolla: Mujer, Hombre, OTRO






¿Qué pasaría si el desbarajuste de identidades lo hicieran las compañías de Internet o  un ejército de lingüistas revolucionarios trabajando para las compañías de Internet? Todos los que queremos aflojar la cuerda de las identidades de género acompañaríamos el proceso, por supuesto. En este caso, Google agrega OTRO en el campo Sexo de la registración de la cuenta. Frente a esta alternativa, uno podría construir una identidad que no es la de Hombre ni la de Mujer, creando una indeterminación que abre el paraguas para no entrar en ningún catálogo (de género).

Hagamos un poco de futurismo: todos ponemos OTRO, acto seguido, los seudónimos se convierten en indeterminados, acto seguido, la interacción entre las personas no se restringe ni se limita a la actuación de determinado rol sexual, ¿acto seguido? ¿más libertad y menos repetición automática?

Más libertad para decir, expresar, moverse en la red y en la vida, en el cuerpo, en las relaciones, sin presupuestos. Libertad para no ser ni chico ni chica: ¿Demasiada desnudez? ¿Demasiado infinito? ¿Qué queda del Ego si se le empiezan a caer las clasificaciones? ¿Qué queda de la margarita sin los pétalos? ¿El palo insulso? ¿Qué le queda al cactus sin las espinas? ¿Una masa amorfa de salvia verde? ¿Si nos hachamos las máscaras y el pelaje que nos proteje, el delineador y el pantaloncito de fultbol que nos cubre, qué nos queda? ¿Empezaremos a buscar otras protecciones? ¿Un traje de moje tibetano, el pelaje del camaleón o del oso polar? ¿Disfraces animales, robóticos, carnavalescos, disparatados, comunitarios, funcionales, espirituales, etc?

¿Cuántas cáscaras tiene una cebolla hasta llegar a su centro? ¿Hay centro? ¿Cuántas máscaras de la personalidad deberemos barrer para disolver el hechizo de la matrix?

Primer paso: armémonos de valor y de antiparras para no llorar cuando nuestras protecciones se van cayendo una a una.


Antiparras para el duelo por no ser la nena o el nene que mamá parió:
No tiene precio.




martes, 10 de julio de 2012

Chonguismo al palo



Introducción

Hace unos meses, esto fue en el verano, me vine llorando de una fiesta de tortas porque fui criticada por un grupo de mujeres que se hacían las liberales pero no se bancaron que yo llevara bien puesta una minifalda y botas altas. Parece que la feminidad extrema la sitúa una en el lugar de mujer objeto. Mirá vos. Que soy una mujer objeto por usar minifalda, eso me vengo a enterar yo de un día para el otro.

En fin. Así como lloro frente a la ignorancia disfrazada de post-vanguardismo feminista librepensador masculinizante laconchadetumadre, después me tranquilizo y se me revuelven las neuronas (tengo neuronas hiperactivas que la viven poniendo). Este texto, como La marcha de la bronca, nació de la bronca, fue escrito con bronca y destilará bronca donde quiera que se lea. Está dedicado a las tortas chongas, no a las que se masculinizan para ser más libres, sino a las que se masculinizan para seguir repitiendo HASTA EL CANSANCIO el modelo de dominación patriarcal.  





La Bronca

Así como se cuentan como infinitos los libros de la biblioteca de Babel, también se cuenta como infinita la cantidad de mujeres que esgrimen un discurso feminista políticamente correcto pero que en cuanto bajas la guardia te la dan por detrás: ¿Qué significa “dar por detrás”? Ninguna reivindicación del agujero del culo, ni del sadomasoquismo vanguardista, “dar por detrás”, una práctica cuya asiduidad tiene implicancias severas para las hemorroides, significa, ni más ni menos que: Quiero derribar en nombre de la igualdad y la horizontalidad un poder externo para establecer el mío propio; el gobierno de mi voz cantante; el gobierno de mi teoría; el gobierno de mi falo; el gobierno de mi narcisismo herido; el gobierno de mi Ego.

Y este texto te lo dedico a vos. A vos, que reivindicas la libertad feminista al palo, mejor dicho, al mango, mejor dicho, al mando, porque le tenés miedo, le tenés TERROR, a tu deseo de poder enorme e irrefrenable. Esto es para vos, que elegiste tener a una mujer (y no a un hombre) al lado porque las relaciones entre dos órganos sexuales idénticos son horizontales y parejas, pero la tenés encadenada a la pata de tu cama por miedo a que sea libre y salga volando. Es para vos, que en una cancha de voley querés imponer tus propias reglas con los ojos inyectados de envidia, fanatismo y locura border, solo porque hay otra en la cancha que tiene una  infernal y demoníaca habilidad para jugar mejor y (según el análisis de tu mente perversa) dejarte parada como una pelotuda. Esto es para vos, que andas declamando discursos antidiscriminatorios pero censuras a una colega solo porque expresa, en algún nivel X de la vida, un falo un poquito más grueso y más duro que el que vos tenés debajo de la bragueta. Es para vos, que miras con desprecio a una mujer dulce, delicada y femenina solo porque… es dulce y delicada y femenina y esas cualidades sirven (según tu esquemática cabeza) solamente para parir, coser y planchar (cosas que a vos no te gustan nada nada nada y bien dejarías en manos de máquinas programadas o putos histéricos).

Se entiende. La levedad del ser es insoportable, la levedad del Yo es angustiante, la sensación de desaparecer frente a un Estado Todopoderoso es aniquiladora, es cierto, nadie quiere ser aplastado, ni vencido, ni humillado por su rival, pero ¿es entonces la única salida humillar, despreciar y competir? O peor ¿Es la única salida “matar” al rival dejándolo fuera de carrera? ¿Dónde quedó el orgullo griego de los mejores guerreros cuya admiración mutua era más grande que las fronteras entre banderas, ideologías y países? ¿Cómo es que en un encuentro de feministas unas que se llaman a sí mismas compañeras y correligionarias se convierten fácilmente en rivales prestas a despedazarse y arrojar la carne sangrante a los leones? ¿Cómo es qué cualquier hombre, solo por portar el artículo masculino, es el estigma de la comunidad lesbo-feminista? Me vengo preguntando esto hace semanas (me quedo corta, hace años) viendo uno tras otro despliegue de trastornos narcisistas de los más diversos colores y estilos, recordando una y otra vez el comportamiento de las manadas regidas por los machos alfa. ¿Dónde quedaron los papeles secundarios de las obras?  ¿Nadie quiere ser el boticario de Romeo y Julieta que provee la droga necesaria para el desenlace y se retira dignamente? ¿Nadie quiere ser un alfil, todos tienen alma de regentes? ¿Nadie ama el papel del mensajero, el divino Mercurio que lleva y trae ideas, que monta creatividades pero es simplemente un canal, aunque lógicamente imprescindible para la transformación del mundo? Cuándo nos animaremos a construir algo, me imagino yo si me dan un poco de rienda suelta a la imaginación, donde la energía fluya de aquí para allá mostrando las mejores habilidades de cada una como si fueran dones de tod@s, al servicio de red, al servicio de mejorar todos los días y seguir en la lucha de sacarnos de encima tantos siglos de mordaza y baja autoestima. También al servicio del arte y del buen humor, de la risa y del carnaval (de esto preguntenle mejor a los putos que a las tortas, que llevan años practicando el escenario irónico).

Yo conozco un par de mujeres que están dotadas de una inteligencia descomunal y poderosa y que, tal vez por posicionarse en un lugar más femenino, saben amar con las vísceras: el saber, las ideas, los derechos humanos, el sentido de grupo, la comunidad, la hermandad, el compañerismo. No son tantas, tampoco son los perfiles más altos, pero están ahí y una tiene por suerte la gracia de poder escucharlas o de poder leerlas de vez en cuando.

Finalmente. Esto es para vos, porque quizá tu mismo espejo sea tu propia sombra. Quizá esa que no quisiste ser (esa femme nenita de mamá o de papá con minifada) te coje por detrás sin previo aviso. Quizá tu propia sombra te coje. La querés dominar y se te retoba y por eso querés controlar a quien se te ponga enfrente, practicando el sadismo, el discurso violento, la patada voladora y agresiva que uno no se espera o lo que fuera para mostrar, en todas las circunstancias posibles, que vos “podes”.

Quédate tranquila, y no tengas miedo. Las sombras no muerden y menos si las mirás de cerca. Si por uno de esos destinos entreverados la vida te enfrenta con  otra que es más machasa que vos en algo, decite a vos misma torta chonga, tortona, dominatrix, lunfarda, pistera, sado-activa, por esta me dejo, porque como todo el mundo sabe, lo que se lleva el mar después lo trae, la vuelta al mundo te lleva arriba - abajo, y que un día la ponés y otro día te la ponen, eso no hay que dudarlo.

martes, 15 de mayo de 2012

Las diez reglas básicas de la orgía contemporánea



(o cuando Escorpio se coje a Acuario)
                                                                                                                                                                         
1.    Las barbaridades, insultos, apodos de los órganos sexuales, exaltación o detrimento de capacidades amatorias y/o gestos obscenos que se realicen en ese antro de perdición, no pueden repetirse fuera de ese entorno:  pues hasta la gente más pacata exclama las guarradas más atroces,  se va a los caños y no se puede hacerla volver rápidamente a sus cabales.

2.    Tanto los fluidos del cuerpo como la ropa interior usada por los participantes pasan automáticamente a ser propiedad del colectivo (no del ómnibus, por supuesto): Los intercambios de ropa entre el sexo masculino y femenino son moneda corriente e incluso la más gordita puede irse con la tanga de la más flaquita o viceversa. Tampoco los flujos tienen nombre y apellido por lo que no vale decir alegre y orgullosamente: esa acabada es mía.

3.    Si se planea proveer a los miembros del encuentro de abundantes bebidas alcohólicas para que tiren la chancleta más rápido y con más liviandad, está terminantemente prohibido vomitar en los jarrones, salvo que la orgia sea al estilo neo clásico romano, en cuyo caso el dueño de casa proveerá de recipientes distribuidos eficientemente a lo largo y ancho del recinto.

4.    Las/los que se visten de rojo furioso o negro intrigante llaman más la atención y van a la vanguardia. Los de azul y gris van a la retaguardia o cola del tren eléctrico. Por lo que es altamente recomendable que a la voz de AURA se desvistan todos y arranquen la fiesta a la vez para que nadie quede en desventaja. 

 5.   Si alguien va a grabar en video el asunto para subirlo luego a las redes sociales o Youtube, que el punto de vista de la documentación quede acordado por todos, para que después no se peleen por si uno no se vio por quedar abajo del sanguchito, otra se la pasó mirando a la cámara todo el tiempo, o el culo de alguna quedó tapando la armónica y equilibrada composición del conjunto.

7.    Las muestras de debilidad emocional, melancolía o celos quedarán castigadas terminantemente con el exilio. Por el contrario, las demostraciones de risa, contento o satisfacción, serán premiadas con atracos, empomes, chupadas, frotadas, manoteos y demás actos amistosos y corteses.

8.    Se podrán utilizar instrumentos extras como elementos de castigo, alimentos eróticos, juguetes, vibradores, frutas y vestuarios mientras que todos los integrantes del grupo estén de acuerdo. El “para quién y cuando” es “a la que te criaste”, siendo los más lerdos los que perderán fácilmente su turno y los más vivos los ganadores, a la manera clásica de la sortija de la calesita.

9.    Como nunca faltan los que se cansan de solo dar y o de  solo recibir, los integrantes de la orgía pueden organizar juegos para ir alternando roles y posiciones.  El egoísmo narciso, o el asquito pudoroso, así como un repentino ataque de histeria-cierragamba o cierraculo, son ejemplos de conductas que serán sancionadas por potencialmente desequilibrantes de la armonía grupal. Ante todo primará el bienestar del grupo. Aunque se sabe que siempre hay dos o tres que tienen la voz cantante y son recipientes continuos de los placeres más delirantes, los demás, sin pataleo, harán lo que puedan y se ubicarán a los codazos.

10. Los miembros de la orgía deberán retirarse, luego de haber realizado sus queaceres,  a la hora acordada y todos juntos.Esto podrá evitar malintencionadas evaluaciones de desempeño sobre los ausentes, complots o affaires imprevistos, los cuales, si bien están contemplados dentro de las posibilidades del encuentro, seguirán su curso por otro río.

martes, 8 de mayo de 2012

Drama Queen: antes muerta que sencilla





(¡Luna en Piscis conjunción Júpiter como tu MADRE tenias que ser!)


Ella no se tomó un cuartito de Rivotril como cualquier hijo de vecino que no pega un ojo, ella se tomó TODA LA BENDITA CAJA de Rivotril (y no la internaron para hacerle un lavaje de estómago porque San Expedito la ayudó). Ella no se cuida la piel de las quemaduras, ella le tiene un ODIO FEROZ a los rayos ultravioletas. Ella no solamente que es vegetariana, ella LLORA A MARES por cada vaca de este mundo que termina en sandwich. Ella no mira para abajo cuando alguien le dice un piropo abusivo, ella le tira en la cara la colilla del cigarrillo, para luego escupirlo, para luego trompearlo a carterazos para luego gritarle “¡fooooorro, con ese pito corto a esta flor de concha me venís!”

Y sí, ella es así. Ella se maneja entre esos polos químico-hormonales del todo o nada, desconoce los grises, las medias tintas, la discreción, y sobre todas las cosas, desconoce el concepto de verosimilitud del relato: 15 amigos del marido se le tiraron un lance, 12 orgasmos tuvo en su último período ovulatorio, Ricky Martin la miró con deseo desenfrenado desde arriba del escenario – sin tener en cuenta que Ricky Martin es gay – y hace un minuto y medio se acaba de comer la torta más rica de todas las tortas fabricadas desde el comienzo de la humanidad hasta nuestros tiempos.  Sus anécdotas floridas, plagadas de detalles, siempre están atravesadas por expresiones emocionales, como si todo tuviera que ser pasado por el tamiz de la risotada burlona o el llanto compulsivo. Ninguna experiencia atravesada en su adrenalinica vida de montaña rusa es para ella irrelevante o de sencilla resolución, la exageración es el recurso primordial de la Drama Queen, a ella le dedica su vida, a ella le cuenta su historia, por ella vive, por ella respira, por ella ES. 

Quiero rendir homenaje aquí, a esas mujeres histriónicas y sobreactuadas, que no importa que se vistan de mil colores o de un solo color, de negro amargo como la vida, de minifalda o pantalón ancho, de frac o camisola, siempre llaman la atención y se ponen en ese lugar protagónico frente al cual no aplaudir o no llorar con ellas, hace quedar como un reverendo hijo de puta al escuchante. En cualquier reunión social o encuentro grupal ellas se suben al escenario desplegando una batería de anécdotas imposibles, que rozan lo ilegal o lo mentiroso, y que siempre tienen un nudo de conflicto irresuelto. Muchas veces llegan a los recursos más bajos para sostener la escucha, son expertas en sostener la tensión indefinidamente y hasta saben cómo dar un golpe de gracia cuando parece que todo está perdido o cuando alguien osa pegar un bostezo frente a sus relatos. Aunque el mismo hilo las atraviesa, un narcisismo empedernido sostenido de auto imagen autoerotizada y perversa (si, perversa) hay diferentes estilos de Drama Queens y sabores, para todos los gustos. Las hay de las que cuentan sus penas a los cuatro vientos y siempre llevan a mano los pañuelos descartables, las hay de las que siempre están de duelo, recordando a un familiar o mascota que ya no está pero del que guardan una foto en la cartera, las hay de las que siempre están enfermas o incubando una enfermedad extraña y maligna, las hay de las que siempre se sienten abandonadas y cuentan cómo se sentaron solas para hablar con el de la barra de tragos. Las hay de las que llevan una vida de tango, porque la vida las golpeó y se hicieron barriobajeras y gritonas. Las hay miedosas, que mutan el rostro cada vez que cae un rayo durante una tormenta y abren la boca de sorpresa y de terror, como si alguien las estuviera filmando a escondidas con una cámara en la habitación para hacer una película de Hitchcock. Las hay victimizadas y delirantes, pisoteadas por el patriarcado o el capitalismo, haciendo la señal de la cruz frente a los poderes estatales. Las hay noveleras y románticas, infantiles, esperando el príncipe azul a los 45, esperando ir vírgenes al altar, esperando, mientras tejen, al príncipe sapo con cara de control remoto para que les de de comer y las pasee en su carruaje modelo 86. Las hay sufrientes de penas de amor, engañadas, abandonadas, dejadas, humilladas, ignoradas, suplicantes, a la espera de un llamado, de un ringtone que suene y les cambie la vida, de un mail o un mensaje de Facebook que las saque de su rutina, de una amiga que les ponga la oreja, de una pastillita o una yerbita que las haga irse del mundo. Las hay divertidas, insoportables, mentirosas, las hay exageradas, cuenteras, las hay irónicas, las hay inteligentes y conscientemente cuestionadoras. Hay Drama Queens que, asumiendo su papel, son heroínas de Hollywood caminando por las calles de Once, arrastrando el chango y con el maquillaje corrido, enredadas en boas y plumas de colores, parodiando a todo el mundo, haciendo reír a las baldozas, a los baldazos, canchereando desparpajo,  desenfreno sexual, o melodrama. Hay algunas que piensan que para ser Marilyn no tienen que ser bellas y glamorosas, sino darse con pastillas hasta quedar muertas. Otras que se desmayan para que las abracen, que van al médico  para que las escuche en su infinito rosario de dolencias psiquicas, que osarían caminar desnudas por las calles para que las crean demasiado enfermas o demasiado desinhibidas, otras quejosas, otras vuelteras, otras dramáticas, otras misteriosas o escondedoras de misterios y secretos claramente inexistentes.


Por último, el llanto es el condimento indispensable de la Drama Queen. Para llorar lloran bien, de la risa, del vacío, del asma, del encierro, de la tristeza, como un agujero del drama que no puede ser llenado más que con lágrimas, como una identidad que se desarma todo el tiempo, gritando, como un niño que necesita ser palmeteado y consolado. Un agujero despidiendo mocos y agua, traspasando la barrera de su propia cápsula, a mares, a empujones, reclamándole al universo una aburrida vida de felicidad y perdices. La llenura del vacío, y marche otra copa de vino más que será llenada con solución salina. Y se sufre llorando, se canta llorando, se va a comprar al mercado llorando, se vuelve del mercado, se hacen despedidas, se va a la Reserva Ecológica, llorando, se coje, se disfruta, llorando. Llorando la digestión, el sueño. Llorando las puertas y los puertos. Llorando de amabilidad y de amarillo. Abriendo las canillas, las compuertas del llanto, empapándose el alma, la camiseta. Inundando las veredas y los paseos, y salvandose, a nado, del llanto. Asistiendo a los cursos de antropología, llorando. Festejando los cumpleaños familiares, llorando. Atravesando el África, llorando. Como un cacuy, como un cocodrilo...si es verdad  que los cacuyes y los cocodrilos no dejan nunca de llorar. Llorando todo, pero bien.  Llorarlo con la nariz, con las rodillas, con el ombligo y con la boca. Llorar de amor, de hastío, de alegría. Llorar de frac, de flato, de flacura.  Llorar improvisando, de memoria.  ¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

Queridas girondianas, cuanta emoción, acá tienen un pañuelo para secarse, que los mocos verdes nunca quedaron glamorosos en la pantalla grande.

viernes, 13 de abril de 2012

Esa boca sucia caminando por la ciudad






(Marte en aspecto duro a Venus en aspecto duro a Mercurio, en la Casa 8)


Ella es muy femenina, muy bella, y le gustan las mujeres desde la cuna. Ya le gustaba la niñera, le tocaba las tetas, no quería a la mamá pero ya a la niñera la seducía con sonrisitas. Después vinieron otras que estuvieron más a su altura, compañeritas del jardín, amigas de la secundaria, y alguna que otra profesora de la facultad. A medida que fue creciendo siguió seduciendo mujeres, guiñándoles los ojos, tirandoles un beso, mirándolas con deseo apurado, dedicándoles canciones. Las seducía de manera mudita y discreta, les cabeceaba para sacarlas a la pista, les convidaba un helado, o les regalaba una flor. Todo tan naif que sus amigas, tortas viejas, pensaron, pobre Cintia, que no tiene chamuyo, ella conquista con lo que tiene, es linda, y ya.          

Un día Cintia y sus amigas se anotaron en una clase de yoga de un Centro Cultural del barrio. Se calzaron el jogging y se acomodaron en las colchonetas, mientras esperaban a la profesora, bromeaban sanamente: ¿Cintia cuánto hace que no ves a Dios? Cintia miraba para abajo y se ponía colorada, no decía nada. Ella es tan tímida, pesaban las amigas. Hasta que de repente entró la profesora de yoga, una pelirroja hermosa, y todas se quedaron mirándola embobadas. La conversación se cortó, el aire se cortó con tijera, para dar entrada a una belleza digna de Goya. Una de las parejitas del grupo se empezó a darse diciéndose en voz baja: dejá de mirarla vos, qué miras. Pero la realidad era que el hechizo era más fuerte. Ni qué decir que todas hicieron esfuerzos en la clase para hacer las posturas más complicadas con cara de éxtasis madonesco, y para llegar a la parada de cabeza con cierta dignidad aunque se les cayera la remera encima de la cara. Como la única del grupo que no andaba “en nada” era Cintia, empezaron a hacerle jodas por lo bajo. A lo que Cintia no respondía nada y seguía ejercitando la postura del osito mirando seriamente al techo. Ya faltaba poco para terminar la clase cuando a la profesora se le ocurrió la bendita idea de hacer un ejercicio de espaldas a las alumnas y mirando al frente. Si la cronista da detalles de la posición la censuran, pero a Cintia se le empezaron a revolver las tripas, y algo en su garganta empezó a vibrar, emerger, lo quería tragar pero no podía, era más fuerte que ella, lo contuvo todo lo que pudo, pero llegó un momento en el que… mirando el reverso de la profesora, dijo con voz grave: Los ángeles no tendrán espalda.... pero que culo, ¡Dios mío! Acto seguido miró para todos lados, no pudo contenerse otra vez, la profesora se dio vuelta y la miró a los ojos, a Cintia le parecieron que eran tan hermosos, que a ella le vibró la garganta de nuevo, y cuando quizo hablar, en lugar de las disculpas, gritó a viva voz mirando al cielo: ¡COMO ME GUSTARIA SER PAPA FRITA PARA ACOMPAÑAR ESE LOMO! Las amigas no lo podían creer, estaban en el límite entre el estallido de risa y la vergüenza ajena. La profesora se quedó pálida, se sonrió y murmuró algo sobre decir lo que uno piensa, pero nadie la escuchó, todos miraron a Cintia, que parecía no darse cuenta de la gravedad del asunto, hasta que terminó la clase. De camino a sus casas le intentaron hacer entender que no se puede encarar a una mina de esa manera, por más buena que esté, para no incomodarla y porque además: ¡Parecías un tipo, che! Ella las escuchó pero quedó un poco seducida por su propio atrevimiento, y se volvió a la casa muy feliz por haberse expresado de la manera que le nació.

La semana siguiente se juntaron para ir a conocer un zoológico de Zona Norte. Se llevaron pantalones cómodos y botellas de agua. Iban sacando fotos y leyendo los carteles explicativos de los animales y mientras charlaban. Cintia estaba parada con un mapa en la mano cuando vio a una chica que tenía minifalda y botas que pasaba con el novio al lado. Sus sensaciones internas eran una mixtura de quilombos indescifrables. Se sintió como un caballo desbocado, otra vez se le revolvieron las tripas, una catarata de deseos irrefrenables le pasaron por el cuerpo, se sintió excitada, casi mojada, y sin pensar nada, sin pasar sus palabras por el tamiz de Saturno, le largó a los cuatro vientos: ¡Nena, te chuparía la argolla hasta que Chacarita salga campeón de la Libertadores! Todas se quedaron mudas y automáticamente miraron a la parejita, primero a la chica, que se empezó a reír. Y después al novio, para ver como reaccionaba. El pibe la miró para decirle algo pero después la vio mejor y decidió hacerse el boludo. Era la segunda vez que pasaba, Cintia no podía hacerse la tonta. De repente se redescubrió, porque esta nueva vivencia le cambiaba la imagen de si misma, se la daba vuelta como una media. Ella que siempre fue el ángel del hogar, la princesa del padre, la femme de las relaciones, la Venus del Milo, escondía un lenguaje Marciano, chongo, masculino, invasivo, prepotente, activo. De repente descubrió que tenía una víbora fálica en la lengua que escupía obscenidades y que ponía al otro en el lugar de objeto receptivo de una calentura desenfrenada. Su lengua se convirtió en una espada filosa y penetrante, creando imágenes poderosamente sexuales que vibraban en el reprimido de la sociedad. Y no faltaba nada, ningún detalle se ahorraba para decir todo lo que le iba a hacer al otra, todo lo que le gustaba de la otra o la calentaba. Tenía un poder en la lengua que mamita querida. Ella era, en el momento en el que escupía la obscenidad, la más grande de todas.

La escena volvió a repetirse en diferentes circunstancias y contextos, uno más disparatado que el otro: en un teatro se le ocurrió gritarle a la actriz principal que “Mamaza, tanta carne y yo en vigilia”. Y en una fiesta de cumpleaños casi la trompean por decirle a la madre de la cumpleañera cuando venia trayendo la torta que “Como me gustaría que fueras vaca... para poder ordeñarte esas tetas”. Las amigas ya no se sorprendían, porque cada vez pasaba más seguido y pensaban, a ver con qué se sale Cintia ahora, pero le hablaban hasta el hartazgo de que así no se le dice a las mujeres, que se iba a quedar soltera por guarra y que semejante vocabulario no condecía con una chica bien de colegio inglés de Palermo. ¡Tenes un chongo adentro! ¡Peor que un chongo, tenes un camionero grasiento, bruto, gordo, sucio, primitivo adentro! ¡Tenés un Cacho adentro, un Cacho, no que canta tangos, un Cacho de ruta, un Cacho de barrabrava, de obrero de la construcción, de Maradona en conferencia de prensa! Así le decían. Ella se encogía de hombros y sostenía su cara de inocente con orgullo, las convencía por un ratito de que no iba a pasar nunca más. Pero siempre fracasaba en el intento de mantener la boca cerrada cuando veía una belleza argentina caminando por la calle. El asunto llegó a término un día jueves en una librería de la Zona de Palermo famosa por su snobismo. Las chicas estaban mirando libros de cocina exótica en uno de los mostradores. Cintia estaba parada con un libro en la mano de Cocina Fácil Vegetariana. Y como siempre pasaba en estas ocasiones, algo se detuvo en el tiempo y se sintió un perfume de mujer intenso, se olfateó en el aire la presencia de una mujer hermosa y llamativa, vestida de negro, discreta, pero de una intensidad Plutoniana de la ostia. Era Venus y Plutón juntos en el mismo cuerpo, puro misterio, pura incógnita detrás de unos anteojos, y también, hay que decirlo, pura curva. Cintia levantó la mirada, y las amigas se agarraron de los mostradores, de los libros, de lo que podían para atajar el vendaval de guarradas que veían venir de inmediato. Se decían por adentro: acá no, Cintia, acá no, que nos conocen y son lo más pacatos del mundo. La que reaccionó más rápido atinó a distraerla en la mesa de best-sellers, pero no pudo.

Cintia miró a la extraña y con voz grave y fuerte, con voz de arrabal saliendo de su linda boca pitada, gritó de una punta a la otra de la librería:

- ¿A dónde venden los números para ganarse ese premio de culo?
Todos hicieron silencio y la miraron. La otra se quedó quieta como estudiando a Cintia unos segundos. Después empezó a caminar despacio, con andar de gata bien puesta, por el pasillo lleno de gente, y se detuvo en el medio del salón. Nadie se lo esperaba, bien tranquila, y dando pasos cortos, empezó a recitar a viva voz:
- Este no se rifa, ¿Por qué no te haces una propuesta así te la puedo apoyar?
Se pellizcaban para creerlo, la cosa venia de contrapunto.
- ¿Querés que juguemos a la milanesa?... es igual que el teto pero abajo de la mesa.
- Mejor juguemos al cieguito, vos sos un libro en Braile y yo te toqueteo un poquito.
El tema se ponía jugoso, las dos hablaban sin temblar, firmes y seguras, se estaban duelando a guarradas y entre los demás no volaba ni una mosca.
- Cuando en la calle te vi, no pensaba darte bola, pero vista desde aquí ¡qué bien se te ven las lolas!
- Dichosos los ojos que la ven, pero más felices las manos que la toquen, la derecha se me va sola a tu teta, espero no se equivoque.
- No lo puedo creer mi Dios, estar frente a mi semejante torta, comparándose con vos, cualquier chongo la tiene corta.
- Haceme tuya entonces y zarandeame como un junco, no se si ya estaré muy caliente, pero la palabra solo llega hasta un punto.

Entonces se dieron la mano y se dijeron los nombres. Se saborearon con la mirada como almas gemelas y la librería entera se puso a aplaudir. Por años recordaríamos el momento en el que Cintia y Matilde se conocieron. Y ellas lo recrearían al infinito, con diferentes matices, variantes sutiles que agregaban para condimentar y avivar la memoria de nuestro recuerdo que ya se empezaba a borronear. Nunca traicionaron la palabra-espada que tenían en la boca, la esgrimieron con orgullo, la fueron afilando hasta ser expertas en el lenguaje que nuestras abuelas no se atrevían ni a escuchar y mucho menos a pronunciar. Ellas lo tomaron como bandera. Cada vez que Matilde se ponía una minifalda para ir de fiesta, o a pasear, o a cenar, no faltaba que Cintia le gritara desde el otro lado de la calle frente a todas nosotras: Linda, deja de mover la jaula que vas a marear a la cotorra. Y nos moríamos de risa.